REFLEXIONES SOBRE LA IGUALDAD DE DERECHOS ENTRE HOMBRES Y MUJERES
Exposición realizada al comienzo de los años 50 de mi hermano Mario Gärtner Tobón sobre los derechos de la mujer. Lease en contexto teniendo en cuenta que fue solo a partir del año 1957 que se le reconocieron los derechos políticos a las mujeres colombianas. Pensar en ese entonces en la igualdad de derechos era tan subversivo que es hoy todavía hablar de igualdad de derechos sin distinción de la opción y condición sexual. La exposición es evidente del texto mismo la hizo ante un grupo de miembros del Club de Leones.
Subrayo este párrafo:
"El hombre, como hijo mayor de la primera sociedad, de la primera familia, ha hecho de la mujer, aprovechando que su mundo es el amor y olvidando o anulando sus capacidades, el instrumento sumiso para ejercer su vanidad y su orgullo. Pero la compañera y la madre han tenido oportunidad para demostrar su capacidad racional en virtud de su mismo epicentro indestructible que es el amor. Por incapacidad del hombre, manos maternales han tomado el cetro, cabezas maternales han llevado con grandeza la corona, su responsabilidad y su martirio, circunvoluciones de auténtica mujer han hecho epopeyas, han guiado o puesto mojones en las más variadas manifestaciones de la ciencia y el arte, han llevado a realizaciones felices tareas de gobierno, gobernar un pueblo es manejar un hogar grande y nadie como la madre satisface ese oficio. Manos de mujer han hecho germinar semillas en los campos y recogido sus cosechas; manos y cabezas de mujer han sido el lazarillo y mentor de padres, hijos y esposos degenerados y maltrechos; mil veces han realizado en la ciudad y en las laderas milagro semejante al de los panes y los peces."
Muestra del texto original en tres folios:
Transcripción:
En pasada sesión nuestro compañero don Martín
Restrepo Márquez nos ofreció un amenísimo rato de exposición pausada y culta,
improvisada al estilo propio y singular de quienes tienen a flor de labios
el precioso don de la palabra y nos
brindo con inteligencia y señorío sus luces invaluables sobre un tema de
perpetua actualidad como el que hace relación a la cultura de la mujer y sus
proyecciones dentro de la esfera familiar, y social.
No es mi ánimo, porque sería contradecir y maltratar mi temperamento modesto de profundo
desamor a la controversia y la polémica, discutir o poner en tela de desacuerdo
profano, cuanto él dijo aquí en noble ademán de caballero sin tacha, de experto
en la difícil e intrincada psicología de las masas jóvenes y como fruto y
producto de una experiencia y directa asimilación que desconoce la gran mayoría
de nosotros. Es ésta una simple charla de leones, que equivale a decir amigos, y
a la cual vengo a entrar llevado de la mano por la curiosidad y el grande
afecto que despiertan en mí temas cómo este de ecuménica, polifacética, movida
e interesante interpretación por las distintas maneras de ser y de sentir.
Cuenta la divina historia que el supremo Hacedor creó
de barró la primera criatura racional y que de la tierra credosa surgió el
primer hombre. De esa misma tierra, transformada en carne y en espíritu surgió
la primera mujer y se encomendó a ella el destino de compañera y de madre.
Notoria diferencia en la arquitectura del hombre y la
mujer; él de músculos fuertes y de huesos resistentes y macizos, en ellas los
músculos hechos para la caricia y los huesos delgados y elásticos en sus
ensambles pélvicos; él de amplio tórax y de respiración abdominal, ' ella de
tórax estrecho que se levanta en la curva maternal de los senos como en acción
de coqueteo y vuelo el pecho de las palomas; él de caderas estrechas y ella
anchas como es amplio y grandioso el poema de la gestación. El de estatura
avanzada y ella de menor estatura. Y mirados mas adentro: todo más o menos igual, solo guardando el equilibrio de
la talla que, como divina creación debería ser y es perfecta. Todo más o menos
igual, a excepción de un grande y noble aparato: el aparato genital, el que,
para efectos de su adecuado y normal funcionamiento cambia en la mujer, con relación al hombre el
aspecto material y rechaza, agranda, disminuye , cambia de posición y crea en
el interior, algunas especiales características anatómicas y fisiológicas. Nada
tiene de anárquico o de bolchevique éste
aparato que, al parecer todo lo
transtorna en el organismo femenino. Su finalidad majestuosa y solemne perdona
todos los caprichos y la grandeza de su función justifica todos los medios.
Mirando hasta aquí, salta a nuestra mente de varones,
de primus movens, que la mujer solo fue hecha para la procreación y que eso y
no otro debe sor su destino, su radical y su justificación existencial. Pero
fue también creada para compañera del hombre. Cuando decimos compañero estamos
señalando a quien se une a nosotros en la persecución o logro de una misma
virtud o de un mismo defecto.
El hombre, como hijo mayor de la primera sociedad, de
la primera familia, ha hecho de la mujer, aprovechando que su mundo es el amor
y olvidando o anulando sus capacidades, el instrumento sumiso para ejercer su
vanidad y su orgullo. Pero la compañera y la madre han tenido oportunidad para
demostrar su capacidad racional en virtud de su mismo epicentro indestructible
que es el amor. Por incapacidad del hombre, manos maternales han tomado el
cetro, cabezas maternales han llevado con grandeza la corona, su
responsabilidad y su martirio, circunvoluciones de auténtica mujer han hecho epopeyas, han
guiado o puesto mojones en las más variadas manifestaciones de la ciencia y el
arte, han llevado a realizaciones felices tareas de gobierno, gobernar un
pueblo es manejar un hogar grande y nadie como la madre satisface ese oficio.
Manos de mujer han hecho germinar semillas en los campos y recogido sus
cosechas; manos y cabezas de mujer han sido el lazarillo y mentor de
padres, hijos y esposos degenerados y maltrechos; mil veces han
realizado en la ciudad y en las laderas milagro semejante al de los panes y los
peces.
La inferioridad de la mujer con respecto al hombre en
terrenos cono la filosofía y las matemáticas no es, a mi manera de ver, una
falta de capacidad sino una falta de
adiestramiento. Son grandes disciplinas que el hombre ha venido trabajando en
forma de especialización solitaria desde su iniciación en la tierra y que por
eso tiene en ellas el derecho de la antigüedad y el privilegio del conocimiento
y el dominio. Tampoco ha cabido en ellas la mujer porque exigen la consagración
de todas las fuerzas vitales y ella nunca dejará de ser madre o compañera; no dedicará la vida
a una sola disciplina metafísica porque allí perecería su función primordial y
allí terminaría también el mundo.
Pienso que ésta inquietante intromisión de la mujer
en las actividades que el hombre ha reservado para sí no es el fruto de una
odiosa o improvisada usurpación que haga ella en los terrenos del hombre. El
mero instinto de conservación ha instado a la mujer para buscar el abrigo y el
pan fuera de la casa y si a esto se ha visto obligada quien tiene la
responsabilidad y la culpa es el hombre porque ha cedido su terreno y en vez de
superarse se ha vuelto inferior todos los días. La mujer, culta o ignorante,
volverá al hogar cuando el hombre demuestre con hechos y sin sofismas la
superioridad de que alardea, su mágico cerebro;(entre otras cosas, no sé de
algún sabio, anatomista, fisiólogo o histólogo que en cerebros, privados de la
parte genital de la llamada glándula hipófisis, pueda hacer distinción de
sexos, y se sabe con certeza que no es en esa parte de la glándula en donde
residen los delicados mecanismos de la
inteligencia, cuya exclusividad cree tener el hombre).
No podemos atemorizarnos porque la ignorante madre y
compañera del ayer se torne en la culta madre y compañera del mañana. ¿Podrán
estar descontentos quienes cuentan con
esposa, madre, hermana o hija, quien a fuer de la ternura con que inunda el
hogar, sabe leer y escribir?. Os sentirías defraudados y tristes si a mas de
eso pudiera escribir un verso, diseñar el plano de un edificio, alivia" ó
curar a quien sufre, dirigir una colectividad hacia el bien común, enseñar un
idioma distinto a vuestros hijos o a los hijos del prójimo?. Preferís, acaso,
la dulce mujer ignorante que discurre en la vida "leyendo folletines o
tomando café con leche y dulce de papaya”?. Queréis destinarla solamente al
sublime sacrificio de parir, al cambio de pañales, administración de biberones,
surcido de las medias y fabricación de pandebonos?. Os disgustaría si una hija
vuestra, terminados los años escolares, os dijera que se ansia de saber no está
colmada y que quiere estudiar mientras la edad y la vida define su destino de
soltera o de casada?. Morirías de ira si vuestra hija o esposa tomara las
riendas del hogar por calamidad o desastre de vosotros?; Preferirías acaso, el
auxilio de la Sociedad de San Vicente y de la Casa del Pobre para un techo o un
mendrugo de pan?.
Cierto es que millares de mujeres nos exhiben el más
crudo y desolador de los esfuerzos. Cuántas víctimas del amor y del sexo que en
ellas todo lo colma, desatienden por la monstruosa circunstancia de un holgazán
el justo cuidado de los hijos. Pero es aquí cuando su función maternal es mas
cabal y perfecta porque es mejor el relativo descuido al descuido absoluto.
Ante un esposo amoral, ausente o incumplido, quizás eso es mejor a salir con la
“nidada” clamando una limosna en las calles y los templos o el recurso sombrío
y lastimoso de la venta carnal.
Y cuántas niñas han sufrido el deshonor y el
descredito por su mezcla en las actividades de los hombres. La entrega formal,
la seducción, la falsa y maliciosa promesa de matrimonio, la violación, platos
estos que nos sirve en bandeja todos los días el corrillo y la prensa.
¿Pero tienen de esto culpa las mujeres?. Apoyados en
la cara de la moneda ¿podríamos olvidar su sello brillante, y con tranquila
consciencia impedir su cultivo espiritual en escuelas, colegios, universidades
y la aplicación de su cultura en el trabajo?. Cada uno de vosotros dirá, si
quiere, su opinión y su concepto. Yo creo que la gruesa raíz de éstos males
está en el jefe del hogar.
El padre enérgico, el padre que marca el diapasón con
su espíritu y su ejemplo es fruto raro en el mundo de hoy. Estamos viviendo la
época dolorosa de los jefes flexibles y “blandengues” que exiben como disculpa
a la disolución del hogar un amor inconmensurable hacia los hijos. Confunden el disimulo con la severidad,
reemplazan el justo castigo por el perdón incondicional y el silencio, prefieren
el desconocimiento consciente a la investigación Cherlo Holmesca que debe
ejercer todo padre en el hogar. Triunfa entonces en el alero familiar la
persona mejor dotada para el amor, para la comprensión, para la colaboración,
el compañerismo y la ayuda. Triunfa quien oye al padre o la madre con menor necesidad
de castigo, de señor duro o reprensión
severa. La niña continua asistiendo a la escuela cuando el niño se fuga de
ella; la niña aprende los oficios del hogar y ayuda a la madre, mientras el
niño ensaya el cigarrillo y la bebeta, rápidamente abandona el hogar y la
escuela para buscar la amistad perniciosa, el cine corruptor y el prostíbulo.
He visto centenares de estos “hombrecitos” del mañana abordándola puerta
casera, en desintegración física y moral tremendas mientras la hermana la
abandona para salir al trabajo porque en ésta era del zanganismo el macho manda
pero no labora en el panal. Yo he tenido
en mi consultorio, y muchas veces, la vergüenza de recibir de manos de una
mujer honorarios por el tratamiento de una venérea a su esposo, hijo o hermano.
Si el hombre le está entregando el mundo a las
mujeres el remedio está en manos del hombre. Con esfuerzos iguales, la mujer
perderá siempre la batalla del sueldo y la publicidad porque su mundo natural e
instintivo es el hogar como el es el capullo de la crisálida y el aire de la
mariposa.
Sobre la vida de Mario unas interesantes anotaciones de Alfredo Cardona Tobón:
http://historiayregion.blogspot.com/2012/02/uno-contra-todos.html
Santa Rosa de Cabal, junio 7 de 2013