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Ya hace una buena cantidad de años y meses desde diciembre de 1987 que mucha sangre ha pasado y sigue pasando bajo los puentes colombianos. En el panorama mundial han cambiado muchas cosas asi por ejemplo hablar de "penetración soviética" no tiene sentido ahora, pero lo que entonces se entendía como resultado de la ingerencia del comunismo internacional, sigue ahí como resultado de la necesidad del pensamiento de ocuparse críticamente de unos estados de cosas cuya superación puede entenderse como deseable.
Este domingo 26 de julio y gracias a Clara Inés leí temprano el texto de Libardo Sarmiento Anzola texto el cual me lleva a expresar lo anterior y de ahí que copie y pego a continuación como complemento para la reflexión que pueda provocar la nota de La Tarde:
"La teoría, el pensamiento crítico, están en el orden del día
Miércoles, 22 de Julio de 2009 19:54
Libardo Sarmiento Anzola
Edición 148
…Conciencia es la capacidad humana de percibir totalidades llenas de sentido y significado en cada situación concreta de la vida…” (Conciencia integral y nuevo paradigma. desde abajo Nº 147. página 13. Junio-Julio 20 de 2009). “¿Cómo avanzar hacia este nivel de conciencia si las mejores energías de gran parte de los integrantes de nuestra sociedad están concentradas en resolver día día lo biológico…”. ibídem)
…Cada generación se encuentra con fuerzas adquiridas por la generación precedente. Fuerzas éstas que le sirven de materia prima para la nueva producción, y que crean en la historia de los seres humanos una conexión: una historia, que es más humana en tanto que las fuerzas productivas que le caracterizan, y sus relaciones sociales, han adquirido mayor desarrollo y universalidad. A la vez, las facultades productivas de los hombres se encuentran en correspondencia con una forma determinada de comercio y consumo. A este conjunto se asocia una forma de organización social y determinado orden político, que no es más que la expresión oficial de la sociedad civil. Estas formaciones sociales humanas en las cuales los hombres producen, consumen, cambian y, en general, se relacionan, son transitorias e históricas. Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina a ésta se constituye por la producción y la reproducción de la vida real. Cuando se presenta un conflicto entre las fuerzas productivas ya alcanzadas por los seres humanos y sus relaciones sociales, al no corresponder ya a estas fuerzas productivas, brota de esta contradicción un gran movimiento histórico, guerras que se preparan entre las distintas clases de una nación y entre diferentes naciones. El conflicto de clases es el ‘motor’ de la Historia…”
(Síntesis de: autor del presente texto.)
El «pensamiento crítico» es una teoría global de la sociedad. La sociedad es, para esta teoría, producto de la acción recíproca de los seres humanos. En la complejidad y la polifonía de esta acción recíproca, las relaciones económicas, base determinante de la historia de la sociedad, son fundamentales. Y lo son, en tanto que constituyen el modo como los hombres de determinada sociedad producen el sustento para su vida, y cambian entre sí productos y servicios –en la medida en que rige la división del trabajo.
De este modo, los seres humanos, al desarrollar sus facultades productivas, es decir, sus formas de existencia, desarrollan ciertas relaciones entre ellos, y el carácter de estas relaciones cambia necesariamente con la modificación y el desarrollo de tales facultades productivas.
En el mismo proceso, los seres humanos que producen las relaciones sociales con arreglo a su productividad material crean además las ideas y las categorías. Es decir, las expresiones ideales abstractas de esas mismas relaciones sociales. La naturaleza del espíritu es tan necesaria, concreta y sólidamente definida como la naturaleza del cuerpo y la materia. La conciencia de sí mismo es algo que todo ser humano debe adquirir. Debe entender por qué se lucha en la vida, el sentido, el significado y la orientación de la existencia misma. En un juego mutuo de acciones y reacciones, a través del pensamiento se ejerce influencia sobre el mundo mediante la acción pública; por ello es tan importante hacer la revolución en las conciencias y en la vida práctica, esto es, en la sociedad real. Real.
Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos en primer lugar según premisas y condiciones muy concretas. Unas condiciones dentro de las cuales, las económicas deciden en última instancia. Pero asimismo, desempeñan su papel, así no sea decisivo, las condiciones políticas y culturales, y… hasta la tradición que merodea como un duende en las cabezas de hombres y mujeres. Sólo cuando los seres humanos hayan reconocido y organizado sus fuerzas propias como fuerzas sociales, se consumará la emancipación humana. Es decir, cuando la sociedad regule consciente, global, libre y responsablemente la producción y la reproducción de su existencia.
Proceso que requiere y demanda organización social alternativa, la que para ser realidad en nuestro país, aquí y ahora, exige una dinámica de reconstrucción de los tejidos sociales, el cual debe pasar por una acción radial que retome múltiples experiencias, afronte las consecuencias del prolongado exterminio social, supere las dispersiones, reconstruya programas, y potencie acción directa. Una estrategia, una iniciativa, para ser gobierno y ser poder, en la cual el reconocimiento del vacío teórico, y por tanto, la necesidad de superarlo, es factor fundamental. Una praxis que rompe el defensismo, da cuenta del pragmatismo, aisla el reformismo y genera confianza en la población sobre otro mundo posible.
En Colombia, en nuestro caso, en la presente coyuntura, es particular “…ante la prolongación y riesgo de un paramilitarismo institucionalizado y en avance urbano, y el país en vilo de los efectos negativos de la crisis económica mundial” […] “la puesta en práctica de un método de reconstrucción social –incluida la teórica– y de buscar la unidad nacional con hegemonía popular, para ser gobierno y ser poder con justa paz”. […] “…Llegar a este reto de poco o mucho, requiere un espacio nacional para decidir el contenido, significado y nivel popular alternativo; en la situación concreta de hoy. […] Un desafío pues y una posibilidad de conexión con la sociedad: recuperar el carácter y la calidad del ser humano. Todos sin excepción. Eso propone la segunda fase del Encuentro Nacional Popular, (en su) finalidad resumida en la consigna y la campaña ¡Por Vida Digna!...” (Ver: Editorial desde abajo Nº 147. Junio-Julio 20 de 2009).
El trabajo, la organización, y el poder. En el mundo humano todo es trabajo, comenzando por el hombre mismo. El trabajo es el acto de engendramiento del ser humano por sí mismo, y es en el trabajo donde el ser humano se realiza. El capital no es más que “trabajo cristalizado”, trabajo acumulado, trabajo muerto que, a semejanza del vampiro, sólo se anima chupando el trabajo vivo.
Por esta razón, la clase trabajadora, por la propia naturaleza de las cosas, debe ser sinceramente “revolucionaria” y de manera necesaria debe organizarse para luchar contra el capital. A la clase trabajadora le corresponde organizarse por sí misma y para sí misma, esto es: por sí y para sí. La acción eficaz pasa por un partido de masas consciente de su papel en la historia de la humanidad. En consecuencia, el movimiento político de la clase trabajadora tiene como último objetivo la conquista del poder político para la clase trabajadora. No existe movimiento político que no sea social al mismo tiempo. Por tanto, la emancipación social de los trabajadores es inseparable de su emancipación política y cultural.
Abolir el capital y su sistema. La abolición del capital, que es la concentración de todos los medios de producción en manos de unos pocos, es precisamente la revolución social e implica un cambio en todo el modo de producción. Cuando la clase productiva le arrebate la dirección de la producción y la distribución a la clase en cuyas manos se halla hasta ahora –una clase que ya es incapaz de ejercerla–, en ese momento precisamente se desata la revolución socialista.
En la época actual, el capitalismo representa un obstáculo para el desarrollo económico, el bienestar social y la sustentabilidad de la especie humana y de toda forma de vida en el planeta. Un capitalismo que no podrá mantenerse sino al precio de crisis más profundas, globales y estructurales, guerras, barbarie, empobrecimiento y deshumanización de la gran mayoría de la población mundial. Esta situación debe y debería hacer nacer en la clase trabajadora una conciencia política que la organice e incite a la revolución. Es necesario, entonces, para la clase trabajadora, combatir a la vieja sociedad que colapsa, y ha de hacerlo en los terrenos político, de poder, social, cultural, económico, comunicacional, ambiental y de su memoria e identidad regional o continental sin fronteras.
En el sistema capitalista, todo se cambia por dinero. Por el contrario, si concebimos al hombre como ser humano y su relación con el mundo como relación humana, sólo se puede cambiar amor por amor, libertad por libertad, confianza por confianza, compasión por solidaridad, igualdad por reciprocidad, y la producción debe responder a las necesidades de cada individuo. Por ello, revolución significa apropiación real y consciente de la esencia humana por el ser humano. Pero la esencia de este ser no es un idealismo o una abstracción inherente al individuo aislado. En su realidad, es el conjunto de las relaciones sociales, en cuanto toda vida es esencialmente práctica y concreta. Sin embargo, no es en el pasado o en el presente sino únicamente en el porvenir, en las capacidades y potencialidades humanas, en la noción del florecimiento humano, donde la revolución social podrá encontrar la fuente de su inspiración.
El socialismo. El socialismo sólo es posible cuando la conciencia de los trabajadores, en circunstancias históricas determinadas, les permita hacerse revolucionarios. Aunque la ideología dominante es la de la clase dirigente, la de los dueños de los medios de producción, es decir, la de la clase dominante, no por ello la acción y el pensamiento humanos son prisioneros de los factores económicos, sociales, políticos o culturales que los rodean temporalmente. Los oprimidos y explotados pueden revelarse, abriéndose a una “conciencia de clase”. La acción y el pensamiento humanos no son prisioneros del sistema hegemónico; de hecho, existe un pensamiento político libre, y los oprimidos pueden rebelarse abriéndose a una conciencia de clase, pero sin olvidar que son los individuos con conciencia y compromiso y su relación quienes hacen la historia y no las masas como montón. Es necesario advertir, igualmente, que sólo en el marco de la democracia radical y en el profundo respeto y la integralidad de los derechos humanos podrá nacer la conciencia revolucionaria de la clase trabajadora. Pero no se trata tan solo de tener conciencia del mundo; lo importante es transformarlo. Si bien el pensamiento crítico es una teoría global de la sociedad, en esencia es una teoría de la praxis. De la acción.
La praxis en general significa acción. En el pensamiento crítico quiere expresar la actividad humana genuina, no vinculada a los procesos de producción asalariada. El concepto de praxis es el que permite superar la contraposición idealismo-materialismo y llevar esta cuestión del materialismo a otro terreno.
En resumen, la praxis es la actividad, el trabajo, que hace que el hombre se realice plenamente como tal, ya que es el trabajo aquello que lo diferencia de los animales. En la historia del pensamiento crítico, este término le permitió a Marx distanciarse de Hegel y de Feuerbach, ya que contra el primero afirma que el ser tiene la prioridad respecto al pensamiento, pero, respecto al segundo, que el hombre no se limita a ser contemplativo sino que se caracteriza por su trabajo, su praxis y, por ende, por la transformación de la naturaleza para hacerla cada vez más humana.
La praxis se caracteriza por ser universal, porque el hombre intenta ser productivo. Sin fronteras; consciente, porque cuando produce lo hace dentro de una acción intencional; libre, porque para trabajar humanamente no debe estar coaccionado; constructiva, porque el hombre transforma las cosas en proyección suya; y creadora, porque gracias al trabajo el hombre se realiza.
Por consiguiente, el socialismo no será una sociedad congelada de una vez y para siempre; sino un movimiento incesante hacia una individualidad libertaria constante por conquistar, por inventar, de modo que cada cual realice todas sus aspiraciones de modo consciente, de modo responsable. El principal mensaje del pensamiento crítico es que el ser humano merece que se tengan esperanzas y confianza en él."
Fuente: http://www.desdeabajo.info/index.php/ediciones/187-edicion-148/4975-la-teoria-el-pensamiento-critico-estan-en-el-orden-del-dia.html
(Síntesis de: autor del presente texto.)
El «pensamiento crítico» es una teoría global de la sociedad. La sociedad es, para esta teoría, producto de la acción recíproca de los seres humanos. En la complejidad y la polifonía de esta acción recíproca, las relaciones económicas, base determinante de la historia de la sociedad, son fundamentales. Y lo son, en tanto que constituyen el modo como los hombres de determinada sociedad producen el sustento para su vida, y cambian entre sí productos y servicios –en la medida en que rige la división del trabajo.
De este modo, los seres humanos, al desarrollar sus facultades productivas, es decir, sus formas de existencia, desarrollan ciertas relaciones entre ellos, y el carácter de estas relaciones cambia necesariamente con la modificación y el desarrollo de tales facultades productivas.
En el mismo proceso, los seres humanos que producen las relaciones sociales con arreglo a su productividad material crean además las ideas y las categorías. Es decir, las expresiones ideales abstractas de esas mismas relaciones sociales. La naturaleza del espíritu es tan necesaria, concreta y sólidamente definida como la naturaleza del cuerpo y la materia. La conciencia de sí mismo es algo que todo ser humano debe adquirir. Debe entender por qué se lucha en la vida, el sentido, el significado y la orientación de la existencia misma. En un juego mutuo de acciones y reacciones, a través del pensamiento se ejerce influencia sobre el mundo mediante la acción pública; por ello es tan importante hacer la revolución en las conciencias y en la vida práctica, esto es, en la sociedad real. Real.
Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos en primer lugar según premisas y condiciones muy concretas. Unas condiciones dentro de las cuales, las económicas deciden en última instancia. Pero asimismo, desempeñan su papel, así no sea decisivo, las condiciones políticas y culturales, y… hasta la tradición que merodea como un duende en las cabezas de hombres y mujeres. Sólo cuando los seres humanos hayan reconocido y organizado sus fuerzas propias como fuerzas sociales, se consumará la emancipación humana. Es decir, cuando la sociedad regule consciente, global, libre y responsablemente la producción y la reproducción de su existencia.
Proceso que requiere y demanda organización social alternativa, la que para ser realidad en nuestro país, aquí y ahora, exige una dinámica de reconstrucción de los tejidos sociales, el cual debe pasar por una acción radial que retome múltiples experiencias, afronte las consecuencias del prolongado exterminio social, supere las dispersiones, reconstruya programas, y potencie acción directa. Una estrategia, una iniciativa, para ser gobierno y ser poder, en la cual el reconocimiento del vacío teórico, y por tanto, la necesidad de superarlo, es factor fundamental. Una praxis que rompe el defensismo, da cuenta del pragmatismo, aisla el reformismo y genera confianza en la población sobre otro mundo posible.
En Colombia, en nuestro caso, en la presente coyuntura, es particular “…ante la prolongación y riesgo de un paramilitarismo institucionalizado y en avance urbano, y el país en vilo de los efectos negativos de la crisis económica mundial” […] “la puesta en práctica de un método de reconstrucción social –incluida la teórica– y de buscar la unidad nacional con hegemonía popular, para ser gobierno y ser poder con justa paz”. […] “…Llegar a este reto de poco o mucho, requiere un espacio nacional para decidir el contenido, significado y nivel popular alternativo; en la situación concreta de hoy. […] Un desafío pues y una posibilidad de conexión con la sociedad: recuperar el carácter y la calidad del ser humano. Todos sin excepción. Eso propone la segunda fase del Encuentro Nacional Popular, (en su) finalidad resumida en la consigna y la campaña ¡Por Vida Digna!...” (Ver: Editorial desde abajo Nº 147. Junio-Julio 20 de 2009).
El trabajo, la organización, y el poder. En el mundo humano todo es trabajo, comenzando por el hombre mismo. El trabajo es el acto de engendramiento del ser humano por sí mismo, y es en el trabajo donde el ser humano se realiza. El capital no es más que “trabajo cristalizado”, trabajo acumulado, trabajo muerto que, a semejanza del vampiro, sólo se anima chupando el trabajo vivo.
Por esta razón, la clase trabajadora, por la propia naturaleza de las cosas, debe ser sinceramente “revolucionaria” y de manera necesaria debe organizarse para luchar contra el capital. A la clase trabajadora le corresponde organizarse por sí misma y para sí misma, esto es: por sí y para sí. La acción eficaz pasa por un partido de masas consciente de su papel en la historia de la humanidad. En consecuencia, el movimiento político de la clase trabajadora tiene como último objetivo la conquista del poder político para la clase trabajadora. No existe movimiento político que no sea social al mismo tiempo. Por tanto, la emancipación social de los trabajadores es inseparable de su emancipación política y cultural.
Abolir el capital y su sistema. La abolición del capital, que es la concentración de todos los medios de producción en manos de unos pocos, es precisamente la revolución social e implica un cambio en todo el modo de producción. Cuando la clase productiva le arrebate la dirección de la producción y la distribución a la clase en cuyas manos se halla hasta ahora –una clase que ya es incapaz de ejercerla–, en ese momento precisamente se desata la revolución socialista.
En la época actual, el capitalismo representa un obstáculo para el desarrollo económico, el bienestar social y la sustentabilidad de la especie humana y de toda forma de vida en el planeta. Un capitalismo que no podrá mantenerse sino al precio de crisis más profundas, globales y estructurales, guerras, barbarie, empobrecimiento y deshumanización de la gran mayoría de la población mundial. Esta situación debe y debería hacer nacer en la clase trabajadora una conciencia política que la organice e incite a la revolución. Es necesario, entonces, para la clase trabajadora, combatir a la vieja sociedad que colapsa, y ha de hacerlo en los terrenos político, de poder, social, cultural, económico, comunicacional, ambiental y de su memoria e identidad regional o continental sin fronteras.
En el sistema capitalista, todo se cambia por dinero. Por el contrario, si concebimos al hombre como ser humano y su relación con el mundo como relación humana, sólo se puede cambiar amor por amor, libertad por libertad, confianza por confianza, compasión por solidaridad, igualdad por reciprocidad, y la producción debe responder a las necesidades de cada individuo. Por ello, revolución significa apropiación real y consciente de la esencia humana por el ser humano. Pero la esencia de este ser no es un idealismo o una abstracción inherente al individuo aislado. En su realidad, es el conjunto de las relaciones sociales, en cuanto toda vida es esencialmente práctica y concreta. Sin embargo, no es en el pasado o en el presente sino únicamente en el porvenir, en las capacidades y potencialidades humanas, en la noción del florecimiento humano, donde la revolución social podrá encontrar la fuente de su inspiración.
El socialismo. El socialismo sólo es posible cuando la conciencia de los trabajadores, en circunstancias históricas determinadas, les permita hacerse revolucionarios. Aunque la ideología dominante es la de la clase dirigente, la de los dueños de los medios de producción, es decir, la de la clase dominante, no por ello la acción y el pensamiento humanos son prisioneros de los factores económicos, sociales, políticos o culturales que los rodean temporalmente. Los oprimidos y explotados pueden revelarse, abriéndose a una “conciencia de clase”. La acción y el pensamiento humanos no son prisioneros del sistema hegemónico; de hecho, existe un pensamiento político libre, y los oprimidos pueden rebelarse abriéndose a una conciencia de clase, pero sin olvidar que son los individuos con conciencia y compromiso y su relación quienes hacen la historia y no las masas como montón. Es necesario advertir, igualmente, que sólo en el marco de la democracia radical y en el profundo respeto y la integralidad de los derechos humanos podrá nacer la conciencia revolucionaria de la clase trabajadora. Pero no se trata tan solo de tener conciencia del mundo; lo importante es transformarlo. Si bien el pensamiento crítico es una teoría global de la sociedad, en esencia es una teoría de la praxis. De la acción.
La praxis en general significa acción. En el pensamiento crítico quiere expresar la actividad humana genuina, no vinculada a los procesos de producción asalariada. El concepto de praxis es el que permite superar la contraposición idealismo-materialismo y llevar esta cuestión del materialismo a otro terreno.
En resumen, la praxis es la actividad, el trabajo, que hace que el hombre se realice plenamente como tal, ya que es el trabajo aquello que lo diferencia de los animales. En la historia del pensamiento crítico, este término le permitió a Marx distanciarse de Hegel y de Feuerbach, ya que contra el primero afirma que el ser tiene la prioridad respecto al pensamiento, pero, respecto al segundo, que el hombre no se limita a ser contemplativo sino que se caracteriza por su trabajo, su praxis y, por ende, por la transformación de la naturaleza para hacerla cada vez más humana.
La praxis se caracteriza por ser universal, porque el hombre intenta ser productivo. Sin fronteras; consciente, porque cuando produce lo hace dentro de una acción intencional; libre, porque para trabajar humanamente no debe estar coaccionado; constructiva, porque el hombre transforma las cosas en proyección suya; y creadora, porque gracias al trabajo el hombre se realiza.
Por consiguiente, el socialismo no será una sociedad congelada de una vez y para siempre; sino un movimiento incesante hacia una individualidad libertaria constante por conquistar, por inventar, de modo que cada cual realice todas sus aspiraciones de modo consciente, de modo responsable. El principal mensaje del pensamiento crítico es que el ser humano merece que se tengan esperanzas y confianza en él."
Fuente: http://www.desdeabajo.info/index.php/ediciones/187-edicion-148/4975-la-teoria-el-pensamiento-critico-estan-en-el-orden-del-dia.html
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