martes, 1 de enero de 2008

TOMANDO SOPA CON UN CUCHILLO

APROXIMACIONES Y PROVOCACIONES EN TORNO A LA VERDAD Y LA GUERRA






No en vano ha hecho carrera afirmar que LA Verdad es la primera víctima de la guerra.


Presumo que para cualquier mortal fuera de algunos pocos en los corredores y reservados de la casa presidencial, resulta dificil digerir mentalmente los discursos recientes relacionados con el "rescate", "liberación", "entrega", "intercambio" y la falta de marcos racionales para encuadrarlos y examinarlos abre paso facilmente a la pasión: Uribe dice la verdad (porque Uribe me gusta), Chavez está en lo cierto (porque Chavez es mi idolo) los del Secretariado no dicen mentiras (porque bien o mal se enfrentan al orden de cosas vigente).

Abordar la relación entre verdad, realidad, conocimiento, mentira, guerra, conflicto armado, orden político, puede resultar útil mas cuando por x o y razón se cumplen funciones públicas o se está comprometido en el seguimiento de procesos sociales entre los cuales el conflicto armado encuentra sitio de importancia.


Propaganda, contrapropaganda, operaciones sicológicas, campañas de "información" y de "desinformación", "idiotas útiles", "lavado de cerebro", etc., constituye todo esto parte de un caldo que dificilmente se pueda tomar con un tenedor o con un cuchillo. No hay recetas ni instructivos para no ahogarse en estos oceanos que nutren las prácticas políticas, estatales y de administración pública.

El trágico insuceso que afecta a un niño convertido de un momento a otro en la carta marcada para una jugada político-militar, independientemente de lo que arrojen los pruebas de ADN y la precisión de su identidad, fortalece la convicción sobre la pertinencia de compartir algunas ideas y "datos" que provoquen a una deseable superación de las corrientes manipulaciones mediales. Aquí indiscutiblemente entra en juego el DERECHO HUMANO A LA VERDAD, AL CONOCIMIENTO, mediante el acceso a una información confiable y la capacitación para reunirla e interpretarla con rigurosidad, con método.

En relación a lo afirmado en el párrafo anterior invito a una lectura o relectura de los siguientes párrafos tomados del libro LA MENTIRA EN LA PROPAGANDA POLÍTICA Y EN LA PUBLICIDAD:


La realidad es el objeto mismo del que se habla, y que según los casos es más o menos difícil de conocer; la verdad, por su parte, es una relación entre el conocimiento y la realidad. Llamamos conocimiento verdadero al que es el más fiel posible en relación con la realidad considerada, es decir, al que permite efectuar previsiones verificables. Por ejemplo, un interlocutor me indica el camino a seguir para llegar de un punto a otro: si en el transcurso de mi viaje encuentro todos los puntos de referencia que él me había indicado, diré que este interlocutor conocía verdaderamente el camino y, además, que su palabra ha sido verídica.
Podría objetarse que no es posible conocer una cosa por completo: cada elemento del universo está ligado a los demás, y para conocer tan sólo un elemento, teóricamente habría que conocer el universo entero y su historia. En otro sentido, se podría objetar que todo conocimiento es relativo, en la medida en que depende de la constitución del sujeto que conoce: dos seres diferentes no tienen exactamente la misma percepción de un mismo objeto.
Pero estas dos dificultades no son razón suficiente para renunciar a la idea de verdad y caer así en el relativismo.
De hecho, para desenvolvernos en la vida práctica no necesitamos conocer por entero una cosa. Para ir de un pueblo a otro no es necesario conocer íntegramente la geología de los sitios que se atraviesan ni la historia de sus poblaciones; basta con disponer de unos cuantos puntos de referencia.
Ahora bien, para inducir a alguien a error y así modificar su conducta tampoco hace falta suministrarle una representación enteramente falsa de la situación- basta con engañarle acerca de un número limitado de puntos. Por ejemplo, si un interlocutor quisiera disuadirme de emprender un viaje, podría decirme que la distancia a recorrer es dos o tres veces mayor de lo que en realidad es. En consecuencia, la mentira puede ser definida aun en ausencia de un conocimiento total de la realidad.
Por otra parte, la relatividad del conocimiento puede ser salvada, entre los interlocutores, estableciendo códigos destinados a describir la realidad; por ejemplo, se puede definir la distancia de un punto a otro con ayuda de unidades de medida: supongamos que esa distancia sea de 500 metros; cualquier interlocutor que efectúe la medición utilizando la misma unidad, obtendrá la misma cifra.
Cierto es que cuanta mayor complejidad presenta un fenómeno, más difícil es conocerlo y más numerosas serán las interpretaciones a que dará lugar por parte de personas diferentes. Pero cuando un Objeto está claramente delimitado en el tiempo y en el espacio, es posible adquirir un conocimiento preciso de algunas de sus características y formular una descripción verídica de él.
Así pues, las nociones de verdad y mentira son aplicables a una importante cantidad de casos, y sería simplista renunciar a ello con el pretexto de que, en otros, la realidad es compleja y difícil de conocer.
Por lo demás, el abandono de la idea de verdad puede conducir a los peores abusos, porque con la excusa del relativismo es posible afirmar, finalmente, cualquier cosa. Por ejemplo, Vychinski, procurador general de la U.R.S.S. en la época de los grandes procesos, declaró en un alegato de 1937 que, en materia humana, jamás era posible establecer la verdad absoluta, y, no vacilando en aplicar este principio al ámbito judicial, sostuvo que la verdad establecida por los órganos de instrucción y por el tribunal tampoco podía ser absoluta sino únicamente relativa. De esto concluyó que la búsqueda de piezas de convicción absolutas y de testimonios irrefutables eran una pérdida de tiempo, y que el comisario instructor podía encontrar pruebas relativas, aproximadas, de la culpabilidad del acusado, basándose en su propia inteligencia, en su olfato de miembro del Partido, en sus fuerzas morales y en su carácter.” (Guy Durandin. La Mentira en la propaganda política y en la publicidad”)


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