sábado, 15 de noviembre de 2008

CIRCULACIÓN DE LA AGUAMASA

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MIENTRAS HAYA MARRANOS, POR LA PLATA BAILARAN LOS PERROS!



"Sabe qué "doctor", en este mundo solamente existen dos cosas: Dios y el Dinero y el dinero es Dios, y ¿sabe qué?, mientras haya marranos circulará la aguamasa" Afirmación de un interno en la Cárcel Judicial de Varones (La 40) de Pereira condenado por transportar heroína en su vientre con destino a Europa durante entrevista realizada el miércoles 16 de enero de 2002 por G. A. Gärtner para la investigación sobre Correos Humanos (Convenio Alma-Mater – Dirección Nal. De Estupefacientes)..



De la entrevista a ese joven que por motivo alguno no quiso ser objeto de aplicación del formato de encuesta, vino a la memoria el siguiente texto de El Capital de Carlos Marx, concretamente allí encontramos citas (Colón, Shakespeare, etc.) cuyo sentido indiscutiblemente subsume las expresiones y relatos del encuestado:




"Conforme se desarrolla la producción de mercancías, el productor necesita asegurarse el nervus rerum la "prenda social"."' Sus necesidades se renuevan incesantemente y exigen una compra incesante de mercancias ajenas, y la producción y venta de sus propias mercancías requieren tiempo y dependen de una serie de factores fortuitos. Para comprar sin vender tiene necesariamente que haber vendido antes sin comprar. Esta operación ejecutada sobre una escala general, parece contradecirse consigo misma. Sin embargo, en sus fuentes de producción los metales preciosos se cambian directamente por otros mercancías. Este cambio constituye una venta (por parte del poseedor (de las mercancías) sin compra (en lo que toca al poseedor del oro y la plata). (41) Ulteriores ventas no seguidas de compras sirven luego de agente a la distribución de los metales preciosos entre todos los poseedores de mercancías. De este modo, van surgiendo en todos los puntos del comercio tesoros de oro y plata en diversa proporción. Con la posibilidad de retener la mercancía como valor de cambio o el valor de cambio como mercancía, se despierta la codicia del oro. Al extenderse la circulación de mercancías, crece el poder del dinero, forma siempre presta y absolutamente social de la riqueza. "¡Cosa maravillosa es el oro! Quien tiene oro es dueño y señor de cuanto apetece. Con oro, hasta se hacen entrar las almas en el paraiso." (Colón, en carta escrita desde Jamaica en 1503). Como el dinero no lleva escrito en la frente lo que con él se compra, todo sea o no mercancía, se convierte en dinero. Todo se puede comprar y vender. La circulación es como una gran retoma social a la que se lanza todo, para salir de ella cristalizado en dinero. Y de esta alquimia no escapan ni los huesos de los santos ni otras res sacrosanctae extra commercium hominum mucho menos toscas. (42) Como en el dinero desaparecen todas las diferencias cualitativas de las mercancías, este radical nivelador borra, a su vez, todas las diferencias Pero, de suyo, el dinero es también una mercancía, un objeto material, que puéde convertirse en propiedad privada de cualquiera De este modo, el poder social se convierte en poder privado de un particular. Por eso, la sociedad antigua la denuncia como la moneda corrosiva de su orden económico y moral (44) La sociedad moderna, que ya en sus años de infancia saca a Plutón por los pelos de las entrañas de la tierra, (45) saluda en el áureo Grial la refulgente encarnación de su más genuino principio de vida.

La mercancía como valor de uso satisface una determinada necesidad y constituye un elemento específico de la riqueza material. En cambio, cl valor de la mercancía mide errado de su fuerza de atracción sobre todos los elementos de la riqueza material. Mide, por tanto, la riqueza social de su poseedor. A los ojos del poseedor bárbaramente candoroso de mercancías, aun a los ojos del campesino de la Europa occidental, el valor es inseparable de su forma, y por tanto el incremento del oro y de la plata atesorados representa, para él, un incremento de valor. Claro está que el valor del dinero cambia al cambiar su propio valor.





  • "Gracias a esta medida, mantienen tan bajo el nivel de precios de todos sus artículos y mercancías'. (Vanderlint, Money answers, etc. pp, 95 s.).




  • "El dinero es una prenda". (John Bellers, Essays about the poor Manufactires. Trade, Plantations, and Immorality Londres, 1699, p. 13.)





    • '' Las palabras textuales de Colón, en la carta citada aquí por Marx, son éstas: "El oro es excelentísimo: del oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso" (M. Fernández de Navarrete, Colección de los viajes y descubrimientos, Biblioteca de Autores españoles -Madrid, 1954, t. I, p. 238 Ed.



  • La compra, en el sentido categórico de esta palabra, presupone ya el oro o la plata como forma transfigurada de la mercancía, o, lo que es lo mismo, como producto de una venta.
42. Enrique III, rey cristianísinio de Francia, despojó a los conventos, etc., de sus reliquias, para convertirlas en dinero. Y sabido es el papel que desempeñó en la historia de Grecia cl robo de los tesoros del templo de Delfos por los focios. Nadie ignora que en la antigüedad el dios de las mercancías moraba en los templos. Estos eran los "Bancos sagrados" de la época. Para los fenicios, pueblo comercial por excelencia, el dinero era 1a forma abstracta de todas las cosas. Era, pues, lógico que las doncellas que en las fiestas de la diosa del amor se entregaran a los hombres, ofrendasen a la diosa las monedas recibidas en pago.




43 ¿Oro? ¿Oro precioso, rojo, fascinante?
Con él, se torna blanco el negro y el feo hermoso,


virtuoso el malo, joven el viejo, valeroso el cobarde, noble el ruin
. . ¡Oh, dioses[ ¿Por qué es esto? ¿Por qué es esto, oh, dioses?
Y retira la almohada a quien yace enfermo;
Y aparta del altar al sacerdote;
Sí, este esclavo rojo ata y desata
Vínculos consagrados; bendice al maldito;
Hace amable la lepra; honra al ladrón
Y le da rango, pleitesía e influencia
En el consejo de los senadores;

conquista pretendientes
a la viuda anciana y encorvada:
. . ¡Oh, maldito metal,
Vil ramera de los hombres!
Shakespeare, Timón de Atenas..


45. Pues nada de cuanto impera en el mundo
Es tan funesto como el oro, que derriba
Y arruina a las ciudades y a los hombres,
Y envilece los corazones virtuosos,
Lanzándolos a los caminos del mal y del vicio;
El oro enseña al hombre la astucia y la perfidia


Y le hace volver, insolente, la espalda a los dioses.


(Sófocles, Antígona.)


"El avaro cree sacar al propio plutón del centro de la tierra"


(Althenaeus, Deipnosophistai.) "


¿Y para qué más?

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