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Antonio Morales entrevistó al escritor Antonio Caballero, uno de los columnistas más leídos de Colombia. Caballero se va lanza en ristre contra el presidente de Colombia: “Alvaro Uribe (Foto) ha destruido las instituciones”, “del paramilitarismo solo han cambiado los jefes”, “Uribe se apoya en el uribismo del campo, o sea en el parauribismo.”
Fuente: Antonio Morales Riveira,
(trascripción parcial)
Antonio Morales: Un tema recurrente en Colombia ha sido el de la destrucción de Constitución del 91, “obra” casi completa en los seis años de Uribe…
Antonio Caballero: Uribe ha destruido no solo la constitución del 91 sino en general las instituciones de Colombia. Ha intentado y ha conseguido con la complicidad de la clase política y también de la justicia y por supuesto de los medios, ir convirtiendo a Colombia cada vez más en un país autocrático, donde todo se maneja desde la presidencia de la república en todos los terrenos. Uribe interviene directamente para poner en libertad o mandar meter presas a las personas que le da la gana. En eso le ha ayudado el congreso uribista a cambio simplemente de las gabelas de siempre. Le han ayudado también sus magistrados de bolsillo, su fiscal, un procurador que ni es de bolsillo si es bastante inocuo. Y por supuesto los canales Caracol y RCN, y los medios escritos.
Todo ese panorama de poder omnímodo que no pocas veces pasa por encima de la normatividad de todas las instancias del poder, ¿puede hacer pensar que el Uribe frisa el totalitarismo?
Para que exista un régimen totalitario se necesita que exista un partido que lo maneje, un aparato estatal que lo maneje verdaderamente y acá las cosas no funcionan así. Uribe aprieta las teclas pero las teclas no responden ni en su partido ni mucho menos en el aparato del estado. Lo que es, es un tiranuelo tropical, manda sin ser obedecido.
¿Pero entonces que tipo de democracia es la de Uribe?
No es democracia. Uribe es enemigo visceral de la democracia. A él le gusta manejar el país como maneja una finca. Lo que pasa es que no le obedecen ni el mayordomo, no le obedecen los peones, dejan suelto el ganado, porque es una finca ineficaz, pero una finca al fin y al cabo.
Una finca regida por una doctrina de la “seguridad democrática” que de manera a veces evidente deriva hacia una seguridad mafiosa.
Yo no creo que la seguridad democrática en Colombia sea democrática. Al contrario, es una seguridad para unas minorías y una inseguridad creciente para las más grandes mayorías. Bajo Uribe sigue creciendo el flujo de desplazados, por la violencia paramilitar, militar, guerrillera y mafiosa en todo el país. Expulsados de la tierra y sin conseguir empleos en las ciudades: Eso me parece que ha hecho al país muchísimo mas inseguro en todos los sentidos. No solo por esos cuatro millones de personas, sino para las personas que padecen la necesidad de esos cuatro millones de vivir de algo: de robar, de raponear o de mendigar. No ha habido seguridad bajo el gobierno de Uribe, sino un crecimiento de la guerra interna que efectivamente ha tenido costos muy grandes para la guerrilla que esta debilitada, pero ha tenido costos morales inmensamente grandes. Estos falsos positivos que se han revelado en los últimos tiempos pero que tienen años y años de venir ocurriendo, es la pérdida más grande que pudo haber tenido Colombia. Un hundimiento completo de la moral de las fuerzas armadas, de las fuerzas del estado.
Pero, a su juicio, ¿cómo opera el “componente” mafioso en esa organización o desorganización de la sociedad colombiana contemporánea?
El país se ha convertido en mafioso en todos los aspectos, no solo el estado sino también inclusive las organizaciones. Las mafias han penetrado y corrompido todo en Colombia, por la razón elemental de que los recursos mas grandes en divisas que entran al país son controlados por las mafias. Un país que lleva cuarenta años recibiendo miles de millones de dólares anuales por concepto del narcotráfico, mucha más plata que la que recibe por inversión extranjera, está naturalmente corrompido hasta los tuétanos.
Cinco meses después de la Operación Jaque que liberara entre otros a Ingrid Betancourt, este hecho ha sido debatido. Se ha hablado de mentiras, de la participación de militares norteamericanos, más la utilización por el ejército de logos de organizamos internacionales… ¿Cuál es su balance?
Al gobierno se le derrumbó muy pronto la operación Jaque porque se descubrieron todas esas mentiras, pero sigo creyendo desde el principio la operación Jaque fue una farsa, que eso se compró, con dinero. Cosa que me parece magnífica para los secuestrados. La historia lo dirá.
¿Usted le ve algún valor práctico al acuerdo humanitario que todavía se ventila?
Ni el gobierno de Uribe, ni las FARC están interesados en un cambio humanitario, aunque de cuando en cuando estén interesados en hablar de eso. Creo que esa posibilidad no existe.
Otro tema del año de bulto ha sido la consolidación del nuevo paramilitarismo…
Es evidente que no se ha podido desmantelar el negocio que mantiene el paramilitarismo en Colombia, que sigue siendo el narcotráfico. Los desmovilizados y extraditados, estaban resolviendo su problema personal, con mejor suerte para unos que para otros. Pero era evidente era que alguien lo sustituiría, porque el paramilitarismo sigue siendo una necesidad en Colombia, para los propietarios en Colombia, en particular en el campo. Simplemente han cambiado los jefes de los paramilitares, como han venido cambiando desde hace tantos años los jefes del narcotráfico. Que son en muchos casos los mismos.
“Paraeconomía”, otra incógnita del año, pero también una realidad oculta. ¿Hasta que punto el empresariado colombiano todos los niveles ha financiado a los paras y ha recibido beneficios económicos de ello? Por lo pronto solo se acusa a algunas multinacionales…
En eso han estado metidos los empresarios del campo, los terratenientes, los grandes empresarios de transporte. Sería profundamente absurdo que solamente los políticos tuvieran alianzas. El hecho de que haya una financiación del narcotráfico, no quiere decir que no existan otras fuentes. De los bananeros oímos en el caso de Chiquita Brands, pero también de los bananeros locales de los colombianos y los palmeros… Todo el empresariado del campo colombiano está ligado con el paramilitarismo. Vamos a ver si eso se sigue destapando. Pero también la justicia colombiana esta ligada con el paramilitarismo, como lo vemos por ejemplo en el caso del hermano de Valencia Cossio.
2008 fue un año de intensos movimientos populares, con varios picos, el paro judicial, el de los corteros, la Minga indígena…
Todos los gobiernos han acusado de subversivos a los movimientos sindicales o populares. Las marchas campesinas que se hacían en los tiempos de Barco que culminaron en el asesinato de todos los organizadores. Cada vez que los corteros de caña han entrado en huelga se les ha acusado de estar al servicio de la subversión. Pero los movimientos populares han perdido mucho impulso y mucha fuerza en Colombia, entre otras cosas por la cuestión elemental de que la mayor parte de sus dirigentes han sido asesinados, si uno mata y mata sindicalistas pues claro que empieza a haber menos. Eso por ejemplo ha llevado al descenso enorme de la sindicalización de los trabajadores en Colombia.
Es sorprendente como un movimiento que fue largamente mediatizado como la Minga, que llega hasta Bogotá con una fuerza gigantesca, termine víctima de la mamadera de gallo por parte del gobierno. Uribe nunca los recibió y pareciera en este momento se hubiera perdido ese esfuerzo.
En Colombia todo movimiento de protesta pacifica se disuelve y se deshace en el olvido y en la mamadera de gallo. Y los únicos movimientos de protesta que tienen éxito en cosas puntuales, son los movimientos respaldados por las armas. Como ha sucedido con las marchas cocaleras. Eso es terrible porque condena a esta sociedad a la violencia para imponer el derecho, para imponer la justicia.
¿Y eso de alguna manera justificaría, en esa óptica, el ejercicio de una cierta violencia, con propósitos de avance popular?
Naturalmente que la justifica, lo que pasa es que hemos visto también que los resultados de esa violencia se han deslegitimado convertido por la corrupción de los grupos guerrilleros. Que ha sido contraproducente, porque ha llevado a eternizar el conflicto armado, fortaleciendo los sectores de más extrema derecha dentro de los dueños del país, del estado y debilitando dentro de la izquierda y los sectores populares a los pacíficos y a los mansos de corazón.
Estamos acostumbrados a la criminalización de la protesta, pero últimamente se detectan serios indicios de criminalizar a la oposición. Con tesis como que esas personas “tienen ideas de izquierda” y por ellos e les asocia con el delito de rebelión.
El presidente Uribe se la ha pasado acusando de criminales, no de delincuentes políticos, porque según el no puede existir el delito político en un país donde “no hay guerra”. Sino de criminales directamente a todos los miembros de la oposición. Eso es una iniciativa de este presidente.
El uribismo anda complicado. Reelección, referendo, todo un poco embolatado. Pre candidatos, cascaritas, ambiciones… ¿Como cree usted que, en función de las elecciones del 2010, se pudieran reacomodar, no solamente los personajes sino los procesos del uribismo de nuevo hacia el poder?
Aquí las cosas cambian mucho y cambian de la noche a la mañana. Todos estos problemas que está teniendo Uribe en el congreso con el referendo o con los referendos, eran previsibles hace meses. En el fondo que Uribe quiere y necesita seguir de presidente. Uribe y el uribismo, no el uribismo burocrático que no cambiaria mucho con cualquiera que viniera, sino el uribismo armado, el uribismo del campo, el parauribismo. Necesitan que Uribe se mantenga en el poder y Uribe lo necesita incluso por blindarse contra persecuciones de tipo judicial que puede haber tanto dentro de Colombia, como internacionales.
¿Pero en el caso del parauribismo, cual seria la correlación de fuerzas entre ese uribismo del campo y el otro uribismo de salón, que puede ser el de Juan Manuel Santos o el de Germán Vargas Lleras? ¿Entrarán definitivamente en confrontación?
El uribismo del campo confía en Uribe, no confía en los uribistas ni en Juan Manuel Santos, no en Germán Vargas Lleras ni en Marta Lucia Ramírez. Su único jefe aceptable es Álvaro Uribe. Y, como por otra parte, como Álvaro Uribe necesita mantener su propio poder, creo que vamos hacia que se quede, no sé exactamente de qué manera, si rompiéndole otras vértebras a la constitución, o de una manera ya completamente fujimoresca cerrando el parlamento, cerrando las cortes de justicia y dando un autogolpe. En todo caso creo que vamos para allá. En el caso de que no sea así, vendrían elecciones con la participación de Uribe, naturalmente, porque solo en ese caso veo posible que haya elecciones.
¿Usted me está diciendo que la única posibilidad del uribismo es Uribe? ¿Que el presidente no apoyaría una candidatura de su entraña sino jugándosela más bien por romper definitivamente la legalidad?
O tendría que hacer una cosa muy imaginativa: podría organizar una cosa con un candidato a la presidencia que lo tuviera a él como candidato a la vicepresidencia, lo cual le diera confianza al uribismo. Un poco a la manera de Putin y Medvedev en Rusia, una figura completamente decorativa. O invertir lo actual. Poner a Pachito (Francisco) Santos -vicepresidente- de presidente con Uribe de vicepresidente…
¿Qué tan grave y profunda es esa locura nacional, que lleva años? ¿Cada vez más sicópatas, más esquizofrénicos?
El presidente Uribe está claramente loco. El es más loco de todos, cosa natural porque el poder enloquece. Uribe lleva muchos años, pero cuando llegó al poder, ya estaba loco. El carácter de Uribe es un carácter de loco, esta muy bien descrito en las novelas de Fernando Vallejo, la gente que se pega con la cabeza contra la pared y son ciertos ramalazos de locura que ocurren en ciertas familias antioqueñas y los Uribe son una de esas. Estaba loco antes que mataran al papá, probablemente también su papá estaba loco.
¿Por eso tanta gente aun cree en Uribe… locamente?
Ese es el fruto de una larga desesperación. En Colombia estamos desde hace muchos años viendo que las cosas van sistemáticamente peor para las mayorías. Naturalmente hay gente a la que le va muy bien, a los ricos. Pero esto se está desbaratando y eso hace que la desesperación haga confiar en las cosas más absurdas, como en la historia de agarrar un clavo ardiente: puede ser una pirámide o puede ser un presidente autoritario y 40, 60 años de desesperación sin pausa, sin respiro, me parece que pueden llevar a la locura a cualquier país del mundo.
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