miércoles, 30 de enero de 2008

RELIGIOSIDAD Y VIOLENCIA - UNA RELACIÓN COMPLEJA




Mas allá de la consigna:


¡Viva Cristo Rey abajo Satanás diablo antigobiernista!







TRANSCRIPCIÓN DE UN CATECISMO ESPAÑOL DE 1808



- Dime, hijo, ¿qué eres tú?


- Soy español, por la gracia de Dios.


- ¿Qué quiere decir español?

- Hombre de bien.


- ¿Cuántas obligaciones tiene un español?


- Tres: ser cristiano y defender la Patria y el Rey.


- ¿Quién es el enemigo de nuestra libertad?


- El emperador de los franceses.


- ¿Quién es este hombre?


- Un malvado, un ambicioso, principio y fin de todos los males, fin de todos los bienes y compuesto y depósito de todos los vicios.


- ¿Cuántas naturalezas tiene?


- Dos una diabolica y otra humana.


- ¿Qué son los franceses?


- Antiguos cristianos y herejes modernos.


- ¿Es pecado asesinar a un francés?


- No, padre: se hace una obra meritoria librando la Patria de esos viles opresores.




(Tomado de Catecismos Politicos publicados en una Revista de las FFAA hace mas de dos décadas, revista que dí en prestamo sin que fuera devuelta).






ALGUNAS EXPERIENCIAS PERSONALES







El sábado 6 de febrero de 1988, hace precisamente 20 años, en una columna de LA TARDE se publicó un escrito refiriéndome de manera crítica al discurso que por esos días pronunciaban los jerarcas de la católica iglesia repitiendo la cantinela que los problemas colombianos de la violencia y la guerra eran el resultado del abandono que de Dios hizo el pueblo colombiano. El contenido de mi escrito intencionalmente provocador fué el siguiente:




"¿QUIEN ABANDONÓ A QUIEN?


En estos tiempos de crisis acostumbran los curas y los fieles camanduleros echarle la culpa al diablo de cuanto acontece y más de un editorialista respetable comenta que los sufrimientos del pueblo colombiano, el auge de la subversión, el terrorismo y el narcotráfico, todo esto se relaciona con el hecho de que los colombianos se han olvidado de Dios.

Es probable que con dicha lógica más de un político o ministro esté pensando en volver por los carriles del confesionalismo y así hemos visto ya las embesti­das de los autodenominados sacerdotes de Cristo contra lo que ellos llaman las influencias del "materialismo marxista".

Con el único deseo de contribuir a la reflexión que seguramente sentirán deseos de hacer mis amigos sobre este tema, quiero reproducir una afirmación que aparece en el libro de SalvadorFreixedo, "Cristianismo un Mito más":

"La infernal doctrina cristiana acerca de la vida futura de aquellos que no han cumplido losmandamientos, es una mala copia, deformada yempeorada, de creencias semejantes sostenidaspor otros pueblos anteriores. El seol hebreo, el hades griego y el avernun romano eran unos infiernos menos drásticos y más humanizados, en los que no tenía cabida la ira eterna de un Dios Todopoderoso, dándose gusto en la tortura sin fin de los pobres mortales. Un infierno eterno lleno de pecadores es un fracaso total de la re­dención de Cristo. ¿Tiene algún sentido que Dios haya mandado a su propio hijo a este miserable mundo y lo haya hecho morir entre tormentos en una cruz, para que, en fin de cuentas, el infierno se llené de seres humanos?, ¿fracasó el hijo en su misión?, ¿fracasó el Padre en sus cálculos?, ¿será Satanás superior a ambos en estrategias para atraer a los hombres al pecado¿ Y, ¿quién ha fabricado tan mal al hombre, que únicamente con una ayuda ex­traordinaria es capaz de ser bueno y merecer la salvación, y aún así la mayor parte no son capaces de conseguirla?", (.o.c. pág. 22).



Reflexionar sobre estos temas es necesario para que nos dejemos de pendejadas y para que, tomando la invitación de Freixedo, no tengamos que vivir acomplejados pensando siempre en quién nos va a salvar, y en este momento en que los colombianos requerimos de lucidez mental vale la pena preguntar con el mismo autor que estamos comentando: ¿Por qué hemos de vivir angustiados, pensando que Dios puede estar enfadado con nosotros?, ¿en qué cabeza cabe que un verdadero padre tenga tormentos eternos para sus hijos, por muy mal que éstos se porten? Freixedo ayuda a responder tales in­terrogantes cuando dice que semejantes aberraciones caben únicamente en las cabezas enfermas de fanáticos con autoridad que quieren transferir a los fieles los tormentos internos de sus mentes desajustadas o amarga­das, quién sabe si por su forzado voto de casti­dad, o por su libertad perdida con el voto de obe­diencia !



Bueno, por hoy les dejo estas pildoritas con la convicción, derivada de experiencias recientes, que lo que menos tolera un cura es a un espíritu libre."








La reacción no se hizo esperar y fué así como a los pocos días, el 20 de febrero de 1988 un sacerdote, el Padre Carlos Giraldo Vélez, se refirió a mi escrito en los siguientes términos:





EL TRIGO Y LA CIZAÑA
Por el Padre Carlos Giraldo Vélez



Gracias al pluralismo ideológico, gaje de la democracia, todos los periódicos tienen sus articulistas de planta de todos los matices y pelambres. Desde los más conservaduristas hasta los más libre­pensadores; desde los más prudentes y respetuosos con los temas religiosos hasta los más virulentos panfletarios; desde aquellos que lanzan gritos de alarma al contemplar la podredumbre y el cieno que a ciencia y paciencia de las autoridades ofenden la dignidad humana y ultrajan el pudor; hasta aquellos que arrojan la basura al rostro de las personas e instituciones religiosas y civiles. En muchos periódicos se da cabida al vilipendio y a la calumnia contra la Iglesia y su más alta jerarquía.



Al lado de los escritores ortodoxos, la prensa nacional admite escritos blasfemos que queman incienso al mal y la corrupción. A este cenáculo pertenecen los corifeos de la ateocracia que en nuestras letras abanderan escritores de altísimo bagaje intelectual, cinceladores de la palabra, atildadísimos hombres de letras, como los doctores Panneso Robledo de El Tiempo, Andrés Holguín de El Espectador, Restrepo Cardona de La Patria y Guillermo Gártner Tobón, articulista del matutino LA TARDE, para no citar sino algunos de nuestro ámbito cercano.



A este último me voy a referir en estas cuartillas, comentando su reciente artículo del seis de febrero. Escritor agudo, sagaz y volcánico, arremete lanza en ristre contra la religión de los colombianos medularmente cristianos. Leyendo detenidamente al escrito Gártner Tobón adivinamos una fobia enfermiza contra los curas y los fieles "camanduleros" que abogan como único remedio al torbellino de males de nuestra patria el regreso del cumplimiento de los diez mandamientos que son la piedra angular de todos los códigos en todos los países cristianos y paganos, porque sus mandatos están grabados en el plinto de la conciencia de toda humanidad.



El doctor Gártner apoya sus tesis anticlericales en las ideas del escritor Salvador Freixedo, en su libro "El Cristianismo, un mito más". Comulgando con estas ideas ya trasnochadas y estas absurdas teorías, tergiversa las parábolas evangélicas del trigo y la cizaña y del rico Epulón y cuyo epílogo lógico es la existencia del infierno eterno, sin mengua de ninguna clase de misericordia infinita. Esta posición anticlerical no me extraña en absoluto de parte de quien por sus orígenes atávicos, hunde sus raices en el anglicanismo inglés de la brumosa Albión, y de su herencia racionalista que lógicamente niega la existencia del infierno, ¡lámese seal en hebreo, hades en griego o avernurn en latín. Su herencia luterana por el apellido paterno, tiende a la negación de la libertad y al fatalismo en el ser humano, dogma principalísimo de sus antepasados es la justificación de la fe sin las buenas obras. Obras que cobijan toda la gama de crímenes, de vicios y de libertinaje que están convirtiendo a nuestra patria en inmunda cloaca de pecado.



Respetado Dr. Gártner Tobón, la lamentable situación colombiana en gran parte se la debemos a que nuestra sociedad permisiva ha quitado el freno de la moral cristiana para entregarse a la adoración y culto de los ídolos llámese edonismo, drogadicción, dineros-calientes, en fin, de la "dolce vita" del italiano Fellini."




Publicado en La Tarde el 20 de febrero de 1988








y, cómo quedarme "crucificado"? Mi respuesta fué entonces así:




Hachas y Estacas



El miércoles 17 durante la conferencia del Dr. Otto Morales Benítez en el teatro de Comfamiliar se despertó el deseo de referirme a uno de los hechos mencionados por el ilustre expositor como digno de recuperación para y por la historia regional, se trata de lo ocurrido en los años treinta cuando mi padre Mario E. Gartner Gómez, como juez municipal de Quinchía se hizo acreedor al nombre de "el obispo Gartner" por la cantidad de matrimonios que celebró entre liberales que eran rechazados por el cura del pueblo, un godo de traca-mandaca.


Tres días después, el sábado 20, fui sorprendido con el escrito del padre Carlos Giraldo Vélez publicado en esta misma página editorial de LA TARDE con el título El Trigo y la Cizaña. El padre Giraldo me sindica, tomando en cuenta mis "orígenes atávicos" como corresponsable de "toda la gama de crímenes, de vicios y liber­tinaje que están convirtiendo a nuestra patria en inmunda cloaca de pecado", haciendo extensivo el juicio de su prejuicio troglodita a todos quienes con orgullo llevamos el apellido sem­brado en esta tierra por el bisabuelo Jorge Enri­que Federico.



Entre los dos acontecimientos existe una conexión indiscutible que invita a matar dos pá­jaros con una-misma piedra. De entrada, pido al lector intentar, partiendo de sus propias viven­cias, hacer una diferenciación entre cristianismo - catolicismo, entre lo que es o puede ser la iglesia de Cristo y lo que es y ha representado en la historia la jerarquía católica. En este contexto invito a reflexionar sobre las diferencias entre un cura como Camilo Torres Restrepo y un Monseñor Gaitán Mahecha, entre un padre Theilard de Chardin y un obispo Lefevre, para no citar sino dos ejemplos, y sugiero pensar también en las posibilidades de ser cristiano sin ser católico, de ser jerarca de la iglesia católica sin ser cristiano, etc. etc., con lo cual seguramente evitaremos creer que se trata de "honduras teológicas" de esas para dejar a los doctores que la Santa Madre Iglesia tiene, sino que se trata de cosas simples y elementales que nos permiten entender cómo el padre Giraldo Vélez en forma maliciosa y torticera presenta a toda una estirpe como anticristiana para justi­ficar sus propias funciones en el mantenimiento de una situación de opresión y de humillación espiritual de todo un pueblo.

El prurito o escozor que mi "atrevimiento" al criticar pronunciamientos de la jerarquía ca­tólica colombiana, despertó en el padre Giraldo, la picazón o rasquiña que le provocó mi "osa­día" de hacer reflexiones tan relativas como pueden serlo las de cualquier iglesia o persona natural, constituye un serio indicio —como dicen los abogados— de que Giraldo Vélez pertenece a la especie de ciertos curas doc­trineros cuya historia vale la, pena recuperar como historia del fanatismo antilibertario en esta región, al estilo del cura Clímaco Gallón quien a fines del siglo pasado declaró la guerra al cadáver de mi bisabuelo a quien apodó "el profanador", obligando a sus descendientes a hacer nido aparte para el reposo eterno en la ancestral Riosucio, el padre Giraldo hace parte indudablemente de la clase de curas politi­queros y fanáticos al estilo del "monito crespito que era todo un ají", presbítero Juan de J. Herrera, quien en los años 30 negaba el sacramento del matrimonio a los liberales en virtud de su odio enfermizo a los mismos, conducta clerical que precisamente es la que explica la anécdota 'narrada por el Dr. Otto Morales Benítez y, que nos compromete para otra oportunidad a hacer la historia de los ma­trimonios civiles en esta región.



Los comentarios del padre Giraldo, en el contexto de la misma historia regional, se asemejan a los silbidos de las calaveras clava­das en estacas en la cuchilla de Naranjal, y para terminar esta nota que se nos está alargando, me limito a recordarle al padre Giraldo Vélez la afirmación de Diderot: "Persuadir a imi­tación del Salvador, que dejaba a cada cual la li­bertad de seguirle, mientras que el diablo, como para él no hay verdad, viene con hachas y estacas".



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