jueves, 8 de julio de 2010

ESTADISTICAS Y CRIMINALIDAD

 

Escrito en el año 2005, podría suscribirlo hoy sin reserva.

AMOR Y DOLOR

MAS ALLA Y MAS ACA DE LAS CIFRAS

Guillermo A. Gärtner T.

Profesor Asociado – Universidad Tecnológica de Pereira

Leyendo los cuadros estadísticos juiciosamente elaborados por el Centro de Referencia del Instituto Nacional de Medicina Legal Regional Occidente sobre las lesiones fatales y no fatales correspondientes a 2004 y los comparativos de lesiones fatales registradas en el primer cuatrimestre de los anos 2004 – 2005 lo que puede afirmarse desde una perspectiva cualitativa es que, habida consideración de algunas variaciones no sustanciales, las violencias cotidianas siguen presentando unas magnitudes proporcionales a la población tan llamativas o preocupantes como las que podemos consultar en el primer censo delictivo realizado en esta región en el ano de 1995. Valga citar aquí a Ernesto Sabato cuando pone en boca de Juan Pablo Castel la afirmación que “la frase todo tiempo pasado fue mejor no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que –felizmente- la gente las echa en el olvido

Los números no dicen por si mismos cosa diferente que en nuestro entorno la violencia no cesa y no hay nada nuevo bajo el sol pues, pese a la globalización y los adelantos en ciencia y tecnología, las formas de cultura en el campo de las relaciones interpersonales en nada han variado. Seguimos siendo los mismos monos desnudos cubiertos con ropas de marcas famosas y cometiendo las mismas tropelías en vehículos mas sofisticados.

Las hojas de Excel sobre “lesiones no fatales por municipio y manera” se integran por unas columnas las cuales, excepto las correspondientes a lesiones accidentales y accidente de transito, permiten inferir de manera especulativa la existencia de unas relaciones de genero nada ejemplares pero si deplorables exteriorizadas en lesiones personales, delitos sexuales, violencia conyugal, maltrato infantil, violencia intrafamiliar, en magnitud tal que seguramente mantienen bien ocupados a los profesionales ocupados en su constatación, examen y registro.

La especulación no resulta arbitraria pues si estas cifras las confrontamos con otros registros que dan cuenta de presuntos motivos para su producción (ajustes de cuentas, problemas pasionales), además leemos las paginas judiciales de la prensa regional y prestamos atención a noticieros de radio y TV, entonces la proposición conjetural va adquiriendo cuando no valor explicativo si por lo menos de hipótesis plausible.

Para una comprensión de lo que subyace a las registros estadísticos el camino indicado es el de la observación (participante o no) y la consulta de los conocimientos ya producidos sobre la naturaleza humana y los hechos concebidos como delitos o como crímenes. En este contexto las investigaciones del inolvidable Alfonso Reyes Echandia sobre la dinámica criminal resultan de especial valor y para esta oportunidad al ser invitado a comentar las estadísticas del CRV Regional Occidente me alientan a afirmar que, no es que estemos involucionando sino que definitivamente no hemos evolucionado.

Reyes Echandia recuerda como la violencia fue el medio primitivo de posesión carnal del hombre sobre la mujer demostrando con ello su derecho exclusivo sobre la hembra ante la tribu y daba origen a la institución de la familia . Esta constatación antropológica, histórica, unida a las propias observaciones, estudios y reflexiones, hechas desde la perspectiva del Observatorio de la Convivencia – Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos de la Universidad Tecnológica de Pereira, me inclina a afirmar sin rodeos que en buena medida, la llamada violencia intrafamiliar no es un mal que como una externalidad ataca el valor familia, sino que en nuestro medio existen uniones familiares violentas como que también muchos de los niños cuya cotidianidad es materia de registros estadísticos tales como los que ahora nos ocupan, fueron ultrajados no solamente después del parto sino desde su concepción misma.

Visitas a los hogares, talleres comunitarios, discursos aleccionadores, no son de descartar en cuanto a que pueden ser de alguna manera útiles, pero ni ellos ni a través de ellos se resuelve un problema cultural enraizado en y alimentado por unas condiciones de vida caracterizadas por la pobreza (incluida la espiritual), la exclusión (inclusive entre los privilegiados) y, la anomia generalizada.

Conciente del sentido critico de lo que expresare como conclusión sin animo de ofender a quienes con buenas intenciones o no han cumplido y cumplen funciones en la prevención y represión del delito, cierro esta nota afirmando que prácticas rutinarias como retenes, el perseguir famélicos y muchas veces patéticos consumidores de drogas ilegales, requisar y desarmar borrachos, controlar establecimientos públicos, resultan más sencillas que modificar patrones culturales y nodos estructurales del sistema social como los constituidos por la economía ilegal en sus múltiples expresiones. Prohibir la movilización de parrilleros masculinos es mas simple que cambiar patrones culturales, insistir en restricciones a las libertades sin resultados monitoreables o constatables resulta menos comprometedor, fatigoso y menos arriesgado, que proponer cambios sistémico-estructurales.

Guillermo Aníbal Gärtner Tobon

Mayo 29 de 2005

1 comentario:

covimere dijo...

uno d elos problemas sistemico-estruturales es lo que se refiere a la COMPETENCIA, para algunos autores es la causa de la violencia, para otros es factor de apaciguamiento...personalmete me inclino mas por la primera, y siendo asi el reto es aun mayor para los cambios que desde la academia se dessean intervenir, puede resultar para algunos una mera quimera, decido mas bien tenerlo como una utopia; es justamente ello lo que nos motiva