jueves, 1 de julio de 2010

¿SE GANÓ LA LUCHA CONTRA LA SUBVERSIÓN?

 

Aprovechando el primer día de “vacaciones” (la vida misma no las otorga) y con la pretensión de organizar papeles encontré un recorte de prensa al cual olvidé colocar el nombre del diario y la fecha pero que el interesado bien podría descubrir precisando la fecha en la cual Carolina Barco asumió la Cancillería colombiana.

 

Se trata de una nota editorial firmada por ERNESTO YAMHURE publicada muy presumiblemente en EL TIEMPO bajo el título POLÍTICA ANTISUBVERSIVA.

 

Volviendo a leer la mencionada nota editorial sentí el impulso de volver sobre sus contenidos para pensar y repensar lo que ha ocurrido en ese campo de la llamada lucha o guerra contra la subversión. Para analistas políticos e historiadores creo que el escrito de Yamhure tiene un valor indiscutible y sin más palabras ni comentarios de mi parte, transcribo la citada nota:

 

“ERNESTO YAMHURE

POLÍTICA ANTISUBVERSIVA

 

Con la llegada del nuevo gobierno se pondrá en marcha lo que el país necesita desde hace algunos años: una política antisubversiva que atacará todos los frentes de la guerrilla.

Hace poco, conversaba con un experto en defen­sa y seguridad nacional y me alertaba sobre el error en el que hemos caído los colombianos. En efecto, me recordaba que en la guerra de Vietnam, las tro­pas norteamericanas contaban y contaban cadáve­res del vietcong creyendo que estaban arrasando con los comunistas, pues el número de enemigos abatidos era impresionante. Tarde fue cuando los gringos se dieron cuenta de que aunque estaban ga­nando las batallas, la guerra estaba perdida.

Lo que les pasó a los norteamericanos debe ser­virnos como referente, sobre todo en esta nueva etapa del conflicto que comenzará el 7 de agosto. Si bien las Fuerzas Militares deberán incrementar el número de operaciones y volverse más ofensivas que defensivas, es necesaria una política integral an­tisubversiva cuyo objeto sea el de combatir todos los frentes en los que se mueve la guerrilla, en palabras de ellos, sus "medios de lucha".

En el campo internacional, la nueva Canciller ten­drá que ser enfática en dos temas. Por un lado, la revi­sión profunda de los miembros de las misiones diplo­máticas, porque es irrefutable que algunos embajado­res colombianos han tenido contactos con la guerrilla y que en las misiones hay infiltrados. Bastaría con re­visar la nómina de la Embajada en Suecia y sorpren­derse al descubrir la doble vida -en lo político- de uno de sus secretarios. El segundo aspecto en el que Caro­lina Barco tendrá que meter el hombro decididamente en los asilos que algunos gobiernos europeos han concedido a representantes de las Farc, quienes se aprovechan de esa condición para mantener bien aceitadas las redes de tráfico de armas y de coca.

Pero será acá, en Colombia, donde se tendrá que ac­tuar sin vacilaciones y por eso tenemos que oír muy bien lo que ha dicho Fernando Londoño. El no es un chisga­rabís que habla por hablar. No, todas sus intervenciones desde que lo designaron en el Ministerio de Interior y Justicia tienen una razón de ser y no responden a las pa­labras de un 'pelietas' como lo han querido mostrar sus malquerientes. Por ejemplo, no hay nada más cierto que Colombia está siendo objeto de una conspiración co­munista que pretende abrir el camino para que las Farc lleguen al poder. Los que no creen en lo que Londoño ha dicho, que se sienten a esperar resultados. La política antisubversiva traerá consigo una batalla frontal contra los congresistas al servicio de las guerrillas, los magistra­dos, sobre todo de la Corte Constitucional, que expiden sentencias bastante sospechosas. En la Fiscalía, en los organismos de control, en los sindicatos, en las univer­sidades públicas y privadas -ojo con éstas- y hasta en los gremios de la producción se han ido incrustando gér­menes guerrilleros que hay que extirpar cuanto antes y Londoño ha sido el único Ministro en muchos años ca­paz de decirlo sin rodeos.

Así, pues, la guerra contra la guerrilla no sólo hay que hacerla en el campo. Bastante equivocados están quienes creen que a plomo se acaba con el problema. Si hoy matan a mil guerrilleros, en dos meses ya hay otros en su reemplazo. En cambio, si comenzamos a desarti­cular esos frentes ideológicos comandados por acadé­micos, abogados, políticos que bien saben camuflarse en el Jockey, la guerrilla comenzará a tambalear, porque sin llamarnos a engaños, los cimientos de las Farc y del Eln no están en las montañas de Colombia, sino en Bo­gotá y, claro, en San José de Costa Rica.”

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La pregunta es: ¿qué sigue ahora?, ¿puede seguir hablándose de SUBVERSIÓN en Colombia?, los subversivos han (sido) desaparecidos, el campo dejado por ellos es el del TERRORISMO: ¿lo habitan los mismos actores sociales mencionados en el escrito aquí compartido?.

 

 

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