lunes, 28 de diciembre de 2009

ESCRITOS VIEJOS PERO …

 

 

 

NUESTRA MAFIA CENTENARIA

Guillermo Aníbal Gärtner Tobón

 

 

Paseando por la historia nacional se topa uno con pasajes (y paisajes) que parecen haberse detenido ahí como obvia consecuencia de la permanencia de un tipo concreto de relaciones económicas acogidas para su tutela por el poder punitivo de las fuerzas que confluyen en la nada sacra ni pulcra ni clara voluntad de gobierno y los soplos de su concubina legislativa para que sea aplicada por la, díscolamente obediente y pragmáticamente complaciente, cenicienta corte de los administradores de justicia.

A lo anterior llamaría lógica de un sistema de producción dentro del cual, y con miras a la reproducción de la riqueza material (traducida en capital), se inserta, incuba y se reproduce la producción, distribución , circulación y consumo de sustancias alteradoras de la mente, modificadoras de la percepción y del humano sentir: las drogas en su doble via, la legal y la ilegal por la cual entra a componer un elemento, un reglón más, del género CONTRABANDO.

Igual ha sido la "respuesta" de los gobernantes "en el 506 y en el 2000 también" y todo conforme a los intereses que han representado: intentar dar una respuesta policiva, militar inclusive, a un fenómeno de naturaleza económico-política.

La lectura de como "El 13 de mayo de 1806 (el subdelegado de la Real Hacienda, Silverio Lartanera) le solicita (al Virrey) ser removido de su cargo, en una carta descarnadamente veraz, donde reconoce el poder del soborno, la prepotencia de los contrabandistas, su familiaridad con éstos, y la generalizada corrupción imperante", en el libro LA INDEPENDENCIA Y LA MAFIA COLONIAL de David Ernesto Peña Galindo, la pasada del escaner por sobre la nota de como, por la corona, no se encontraba otra respuesta que "por ahora no conviene hacer otra innovación en la citada villa y su partido, que formalizar el aumento de su fuerza militar..... ", lo anterior junto a la lectura de recientes entrevistas al Virrey Frechete ampliamente publicadas en los medios de información, alimenta esa percepción del problema y de la "evolución" de la guasca con que se ha pretendido amarrar a la misma perra: el mercado capitalista cuya versión angelical de "mano reguladora" nadie ha visto y menos aún han sentido jamás en la historia los excluidos del Capital (así con mayúscula).

Desmóntese como es posible hacerse, todo el andamiaje de tabúes, prejuicios, majaderías hipócritas sobre la inclinación humana a la alteración de sus estados mentales y sensitivos en general, compréndase la enfermedad o morbo de la dependencia y atiéndase a las posibilidades realmente existentes de prevención de los abusos que hasta con la leche y la miel son peligrosos, y lo único que queda del narcotráfico es su condición de agente de competencia a los intereses de otros productores de basura estatalmente amparados.

La carga de enfermedad -como dicen los epidemiólogos- se reduciría entonces a la mínima expresión tolerable y hasta necesaria para justificar el empleo de policías, jueces y carceleros. Descriminalizar a nuestra mafia centenaria podría ser un buen exorcismo para expulsar una buena parte de los demonios de la violencia y la criminalidad que la misma ley ha desatado en nuestra historia.

 

 

 

Pero,

¿conservan actualidad?

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