sábado, 5 de diciembre de 2009

COSAS VIEJAS 4

 

DELINCUENCIA INSTITUCIONAL Y RESPONSABILIDAD PENAL INDIVIDUAL

 

 

En fecha que no recuerdo ni anoté en parte alguna escribí hace una buena suma de lustros,  las siguientes reflexiones en EL ESPECTADOR. 

(Sin modificar una de las tantas formas como el demonio de los tipos trataba mi nombre pese la insistencia que por favor lo hicieran bien incluido el Umlaut)

 

un examen

de Conciencia

Por GUILLERMO A. GARTUERT

Cité las palabras pronunciadas por el ex-ministro de Guerra, general Ruiz Novoa, el día 6 de septiembre de 1962, indicando con ello la responsabilidad atribuible a nuestros dirigentes políticos por la desordenada vida institucional que haría pensar somos regidos por el mismo Satanás así se diga esté nuestro país consagrado al Corazón de Jesús. Las referencias a los desenvueltos estadistas como vicarios del Maléfico desde la edad media y en otras latitudes buscaban señalar la constante política de separación entre el bien común y el exclusivo beneficio de los gobernantes y sus allegados más inmediatos. En resumen, un desordenado intento de exponer en su relación lo general y lo particular que explicaría a su vez, por ejemplo, situaciones singulares como la de que en Colombia "el ciudadano campesino se distanció del Estado porque fue destruido en nombre del Estado, por hombres del Estado, y con armas del Estado".

Todo lo anterior con la finalidad de intentar al menos comprender la persistencia del odio, de la agresividad, del terrorismo, de la violencia, en nuestro suelo patrio, de entender la separación evidente entre los intereses de la Nación y los intereses del Estado (que no son idénticos confundiéndose en nuestro medio, los últimos, con los intereses de los gobernantes). Esta intención incentivada en la afirmación de C. H. Carr en el sentido e que "aprender del presente en la luz del pasado significa también aprender acerca del pasado en la luz del presente. La función de la historia es promover un entendimiento profundo de ambos, pasado y presente a través de la interrelación entre ellos", espero, finalmente conduzca no simplemente a una interpretación de los hechos recientes (que por ser reales no lo son racionales), sino, a una transformación de las situaciones que permiten esa persistencia de lo irracional.

Para algunos resulte mejor tal vez no resucitar momentos "superados" te la historia patria. Pero, en mi concepto la violencia no ha sido superada pese a que él Frente Nacional indiscutiblemente logró "contener “algunas de sus manifesta­ciones. El germen, la semilla del mal continúa sembrada entre nosotros y nada permite afirmar que la lucha fratricida ha concluido, campesinos y soldados, intelectuales y oficiales, siguen derramando su sangre en aras de dogmas o principios irrealizables o inexistentes: Paz, Justicia/Libertad, Indepen­dencia, Igualdad, que justifican la presencia de unos gobernantes si no ineptos, al menos totalmente despreocupados en la solución de los problemas que aquejan a nuestro pueblo.

Existe una obra la cual he citado anteriormente como es La Violencia en Colombia, de Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna, la cual debería ser tomada en el sentido pretendido por el entonces Teniente Coronel Álvaro Valencia Tovar, quien la recomendó como un texto de estudio bajo la consideración de ser "una necesidad impuesta por la obligación moral de los mandos actuales ante sí mismos, ante sus subalternos, ante la institución y ante Colombia, de evitar que toda esa barbarie pueda ocurrir nuevamente cuando circunstancias similares lleguen a propiciar otro delizamiento hacia el abismo", (subrayo). Interés debería mostrar en continuar esa obra, en completar el estudio iniciado por los autores de La Violencia en Colombia, la colectividad liberal buscando con ello desentrañar la indudable conexión entre ia actual violencia "insurreccional", "subversiva", y el próximo pasado y la indultado baño de sangre. La inseguridad política actual, no puede ser frenada con base en prejuicios; la seguridad nacional no puede seguir manteniéndose bajo los dogmas gringos de la guerra fría; la guerra fratricida no deja de ser tal porque los contendores no sean ya masas de campesinos liberales y conservadores sino grupos de estos contra las Fuerzas Armadas.

Ahora no tenemos la violencia de gobiernos godos contra las masas liberales, tenemos la violencia entre un sector del gobierno que como institución asume la responsabilidad del uso de las armas y, la gran masa, la población trabajadora descontenta con las condiciones actuales de existencia bajo signos de creciente pauperización. Así se diga que son las Fuerzas Armadas luchando contra el "comunismo" (ateo, internacional, etc, etc.) tenemos que es el gobierno justificando sus omisiones de los deberes que la misma Constitución impone.

En este contexto bien vale recordar al viejo Santos (firme anticomunista) cuando rebatiendo el argumento de .que era preciso oponer una valla de fuerza militar al avance de las tendencias comunistas, sino que "ocurre que el comunismo es mucho más que una idea abstracta, el producto directo de la miseria y del atraso; es en muchos casos la reacción del desgraciado que se ve privado de todas las cosas buenas de la vida...".

Me pregunto, en esta misma relación, si el partido liberal tendrá la capacidad suficiente (en sus dirigentes y "patos" que se tiren al agua) de plantear para el próximo periodo un diagnóstico serio, objetivo, de los problemas de orden público y frente a ello soluciones con verdadero sentido patriótico, fraternal, liberal, que elimine la característica de los gobiernos despóticos como es la mezcla de la función policiva con el régimen punitivo y de la cual seriamente advertía Carrara concluyendo que "si ello ocurre bajo los gobiernos que se jactan de régimen libre, significa que esa jactancia es hipocresía".

 

 

 

Sucedieron tantas cosas que el drama antioqueño terminó expulsándome. Me desplacé con la familia a Santa Rosa de Cabal para un comenzar de nuevo. Antes de salir de Medellín dí varias declaraciones y denuncié lo que sabia y pude conocer sobre los entretelones de la guerra sucia, de alguna manera que ignoro mis denuncias hicieron eco en el diario regional de mi nueva residencia.

 

 

 

 

delincuencia institucional

 

Editorial de La Tarde (fecha no anotada)

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