SIGLO XX CAMBALACHE, SIGLO XXI CAMBALACHE
De mi autoría, el 18 de noviembre de 1995 el diario LA TARDE publicó el siguiente escrito:
El nombre del régimen es legión
GUILLERMO ANÍBAL GARTNER TOBON
En el análisis político se diferencian los conceptos Estado, Gobierno y Régimen y no precisamente por hacer juegos o malabarismos con palabras. Esto lo tenía muy en claro Álvaro Gómez Hurtado cuando insistía en la necesidad de derrocar el régimen. En un reportaje para la revista Diners y el cual comentó juiciosamente el abogado antioqueño Jesús Vallejo Mejía (El Colombiano, julio 2 de 1995), explicó Gómez Hurtado que «esa expresión debe entenderse como algo que va más allá del ordenamiento constitucional e incluso de los órganos regulares del Estado: no es la presidencia, ni la institución legislativa, ni las autoridades judiciales, ni los organismos contralores, sino mucho más que todo éso, lo que a todos abarca y domina».
Bajo ciertas condiciones, el régimen constituye el sustrato material del ejercicio del poder. Ese sustrato material en el caso colombiano tiene nombres propios como son: CLIENTELISMO Y DEPENDENCIA, sus excrementos se llaman corrupción y servilismo. Esas fuerzas y materias que deforman cualquier expresión formal estatal y desvía a los gobiernos, cobran expresión en existencias individuales y en agrupaciones singulares tanto gubernamentales como no gubernamentales. Para citar un ejemplo, un personaje como el político caldense Luis Guillermo Giraldo constituye indiscutiblemente una expresión de ese régimen que se siente amenazado por las determinaciones democráticas contenidas en la Carta del 91 y las providencias de sus guardianes, la Corte Constitucional.
No me queda la menor duda de lo acertado de las afirmaciones del Presidente de la Corte Constitucional cuando señala como fuentes de las amenazas contra los magistrados del alto Tribunal de Justicia Constitucional, precisamente a esas cajas de resonancia, a esas gargantas profundas a través de las cuales se expresa el régimen. Tampoco me queda la menor duda sobre lo acertado de los señalamientos hechos por el hermano del político desengañado y devenido en profesor universitario asesinado, en el sentido de que fue un hecho condicionado por ese régimen del cual como expresó A.G. en el histórico editorial del lunes 23 de octubre de 1995 en El Nuevo Siglo, Samper sería un prisionero («El es un simple prisionero del Régimen. No tiene autonomía para dominar el Congreso, ni apoyo político para disciplinar a su propio partido,...).
Una de las primeras preguntas que debe uno hacerse cuando ocurre un crimen es quién o quiénes serían los beneficiarios del mismo y, en este caso, no queda la menor duda que los beneficiarios son los usufructuarios y gestores de ese régimen corrupto y dependiente que ha sumido a nuestro país en la miseria y la anarquía.
Guardianes de ese régimen han sido los ya consabidos, e internacionalmente reconocidos como tales, ejecutores de la guerra sucia primero con el encargo de la lucha contra el comunismo internacional y recientemente abanderados en la guerra internacional contra las drogas. No quiero aventurar juicios, pero escuchando las últimas noticias sobre las investigaciones en relación con el magnicidio, no se me hacen extraños los indicios sobre compromisos de tales instrumentos de violencia, que como aquel espíritu inmundo en la versión del evangelio de Marcos, se presentaba como «Legión, porque somos tantos».
Lo más jodido de todo es que esa Legión diabólica cuenta ahora con la bendición eclesial, así lo han entendido y se han adaptado al cambio del preámbulo del texto constitucional ( …invocando la protección de Dios…) y hoy, 19 de noviembre de 2009, puede uno ver que en lo esencial nada ha cambiado y como dice el tango Cambalache:
Seguimos en el mismo lodo …
Seguimos tan “giles”
“EL TIEMPO (EN COLOMBIA) PASA, PERO NO TANTO.”(collage en una línea a partir de un texto de García Márquez en Hundert Jahre Einsamkeit!)
¡QUE PENA!
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